CORDERO DEL MUNDO
[interferencia 19]
Luján, Buenos Aires, 8 de diciembre de 2018.
Registro: Fernando Pineda
"Un cordero es el sustituto de un hombre, da un cordero por su vida".
Pasaje de texto asirio-sumerio. H. Zimmern, Die kelienachriften und das Alte Testament, p. 597.
Desde la Antigüedad, el cordero ha sido imaginado reemplazando al hombre, y, como tal, objeto de sacrificio a los dioses. En la iconografía cristiana, el cordero se reviste de una doble representación: por un lado, encarna la imagen del Hombre cuyo profeta es un pastor; por otro, puede referirse a Jesús, el Cordero de Dios (en latín Agnus Dei), cuyo sacrificio quita el pecado del mundo.
En la interferencia CORDERO DEL MUNDO, los sentidos de la representación se vuelven difusos y ambiguos. La acción consiste en una peregrinación, en la que el artista carga un cordero decapitado sobre sus hombros, desde la entrada de la ciudad hasta las puertas del templo. Es realizada en uno de los mayores centros de la fe católica de la Argentina, en el día en que se celebra la Inmaculada Concepción de la Virgen María, lo que enfatiza su carácter disruptivo.
La acción concluye cuando el cordero es depositado a los pies de las escalinatas que conducen al interior de la Basílica.
Interferencia es un concepto que vengo desarrollando desde el año 2005, y que he fundamentado en mi libro LA ESTÉTICA DE LA PERTURBACIÓN [2007], donde propongo un nuevo enfoque para las acciones presentadas en el espacio público. Se diferencia tanto de la intervención urbana como de la performance callejera porque no se configura como producción formal/material que puede derivar en restos o vestigios que alteran de manera más o menos duradera el espacio público, así como tampoco participa de la lógica de espectáculo que contamina a las performances trasplantadas del espacio privado al público. La interferencia es esencialmente efímera y disruptiva, y se vale de múltiples estrategias para provocar
perturbación y agitar el adormecimiento de la cotidianidad urbana, fundamentalmente la deriva y el extrañamiento.
[interferencia 19]
Luján, Buenos Aires, 8 de diciembre de 2018.
Registro: Fernando Pineda
"Un cordero es el sustituto de un hombre, da un cordero por su vida".
Pasaje de texto asirio-sumerio. H. Zimmern, Die kelienachriften und das Alte Testament, p. 597.
Desde la Antigüedad, el cordero ha sido imaginado reemplazando al hombre, y, como tal, objeto de sacrificio a los dioses. En la iconografía cristiana, el cordero se reviste de una doble representación: por un lado, encarna la imagen del Hombre cuyo profeta es un pastor; por otro, puede referirse a Jesús, el Cordero de Dios (en latín Agnus Dei), cuyo sacrificio quita el pecado del mundo.
En la interferencia CORDERO DEL MUNDO, los sentidos de la representación se vuelven difusos y ambiguos. La acción consiste en una peregrinación, en la que el artista carga un cordero decapitado sobre sus hombros, desde la entrada de la ciudad hasta las puertas del templo. Es realizada en uno de los mayores centros de la fe católica de la Argentina, en el día en que se celebra la Inmaculada Concepción de la Virgen María, lo que enfatiza su carácter disruptivo.
La acción concluye cuando el cordero es depositado a los pies de las escalinatas que conducen al interior de la Basílica.
Interferencia es un concepto que vengo desarrollando desde el año 2005, y que he fundamentado en mi libro LA ESTÉTICA DE LA PERTURBACIÓN [2007], donde propongo un nuevo enfoque para las acciones presentadas en el espacio público. Se diferencia tanto de la intervención urbana como de la performance callejera porque no se configura como producción formal/material que puede derivar en restos o vestigios que alteran de manera más o menos duradera el espacio público, así como tampoco participa de la lógica de espectáculo que contamina a las performances trasplantadas del espacio privado al público. La interferencia es esencialmente efímera y disruptiva, y se vale de múltiples estrategias para provocar
perturbación y agitar el adormecimiento de la cotidianidad urbana, fundamentalmente la deriva y el extrañamiento.